Los caminos no asfaltados imponen dos condiciones constantes: baja velocidad y olvidarse del pedal del freno. La primera nos va a permitir, además de disfrutar del paisaje, poder controlar el vehículo más rápidamente ante un sorpresivo pozo, cambio de huella o brusco desnivel (muy común en la unión del camino de tierra y el cemento de un puente). En tanto la no utilización del freno es para evitar el bloqueo de las ruedas y derrapes: se recomienda incluso llevar el motor en una revolución alta en las primeras marchas para que siempre esté traccionando.
Ante la pérdida de control del vehículo, jamás hay que “volantear”. Si contamos con la suerte de estar en un camino ancho y no de cornisa, lo primordial es bajar un cambio (con una pisada muy rápida del embrague, ya que este también le quita tracción a las ruedas), desacelerar y dejar llevar el coche hasta que vuelvan a tener adherencia los neumáticos y la dirección nos responda.
De seguro encontraremos animales salvajes en medio o cruzando el camino. Aquí habrá que tener especial atención sobre de qué tipo de animal se trata, porque una vaca o una cabra no representa mayores peligros, ya que con ahuyentarlas bastará, pero debemos saber que a un caballo nunca hay que tocarle bocina pues puede asustarse y galopar, y hasta saltar hacia nuestro auto. Otro animal peligroso es el choique o ñandú: muy posiblemente esta enorme ave comience a corretear a la par de nuestro vehículo cruzándose por delante de manera intempestiva. En todos los casos, la receta es frenar y dejar que el animal se aleje solo.
En el caso de toparse con un auto que venga de frente, se aplica la regla de mantenerse lo más a la derecha que el camino permita, cruzarse a baja velocidad y, ocasionalmente, se puede preguntar cómo está el camino más adelante. Es indispensable preguntar a los lugareños si el camino está transitable para el coche que estemos conduciendo, chequear el estado del neumático de auxilio y llevar siempre agua fresca.
La clave es llevar una marcha pareja, que no exceda entre los 40 y los 60 km por hora, y sobre todo, no confiarse en acelerar por el supuesto buen estado del camino o en sus rectas. Si hay algo que el ripio no puede asegurarnos nunca es la previsibilidad de lo que vendrá unos metros más adelante.
¿Querés leer más consejos del especialista Jota Leonetti? Hacé click ACÁ
Jota Leonetti
http://www.controldetransito.com.ar/
TWITTER: @jotaleonetti