Decir a esta altura que las distintas actividades o programas para los aficionados de los autos clásicos continúan creciendo en todo el país, no sorprendería a nadie. Sin embargo hay eventos que parafraseando a Astor Piazzola, en Balada para un loco, “tienen ese que se yo, viste?”. Uno de ellos es el Encuentro Internacional Volvo que se realiza todos los años, entre aficionados de Chile y Argentina para el mes de noviembre, en el Centro de Ski Portillo (Chile), en plena Cordillera de Los Andes a pocos kilómetros del Túnel Internacional y de la Aduana Los Libertadores, que limita Argentina con Chile.
Dicho encuentro congrega a los coleccionistas de los autos suecos de ambos países, mails de por medio, se fija la fecha de reunión, coordinado siempre por el Presidente del Club Volvo de Chile, Alberto Averill, Leo Boulin, y Tom Narice, Presidente del Club Volvo de Argentina.
Si bien hubo años donde se realizaron viajes de dos días o por el fin de semana, lo esencial y clásico es el almuerzo en Portillo. El grupo trasandino parte generalmente desde el Concesionario Volvo de Santiago (Ditec) y el grupo de argentinos desde la ciudad de Mendoza, para juntarse en Portillo.
Justamente el pasado 9 de noviembre se llevó a cabo la 4ª edición del Volvo Andes Tour, con record de asistentes, más de 20 Volvos clasicos de Chile y Argentina y unas 50 personas compartieron un almuerzo de camaradería en el Restaurante del Hotel.
Entre los modelos presentes, se destacaron los P-1800, el famoso auto que utilizaba Roger Moore en la serie “El Santo”, un 444 del año 1958 que llegó de la Provincia de San Juan, perfectamente restaurado, varios 121, 122, 544 de los 60 y modelos de los 70, 80 y hasta los mas modernos C30 R y una XC 60, que acompañaron y cuidaron a los mas “viejitos”.
Luego del almuerzo, el Hotel de Portillo fue el escenario ideal para despedirse y esperar la 5ª edición para el próximo año. La aventura continuó para el grupo de Argentinos en el viaje de regreso, ya que el tiempo en la montaña se echó a perder llegando a Uspallata, donde se desató una lluvia torrencial, que exigió la atención y manejo de los pilotos, aunque no había de que preocuparse, después de todo, viajábamos en “Volvo”.
Leo Boulin – Especial para Cuyomotor
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