¿Y si los autos que vienen de frente te avisaran que están frenando? En un contexto de creciente urbanización y tránsito denso, una propuesta que parecía descartada resurge con fuerza: la instalación de luces de freno en la parte delantera de los vehículos. Y aunque suene a innovación reciente, la historia detrás de esta tecnología es tan interesante como su potencial impacto.
La iniciativa tomó nuevo impulso a partir de estudios liderados por las universidades de Bonn (Alemania) y Graz (Austria), con pruebas piloto realizadas en Berlín y luego en Eslovaquia. Los primeros datos son contundentes: una señal frontal de frenado puede reducir hasta un 17 % los choques en intersecciones. Y si el conductor que se aproxima logra ver esa luz claramente, la probabilidad de evitar el accidente sube al 26 %. Incluso en casos donde la colisión es inevitable, la severidad del impacto se reduce en promedio un 39 %.
¿Qué cambiaría con esta tecnología? Básicamente, todo. Actualmente, los frenos se indican únicamente con luces traseras. Peatones, ciclistas o conductores que vienen de frente quedan a ciegas respecto de una posible detención. En un entorno urbano, con cruces peatonales, esquinas congestionadas o maniobras repentinas, esa información puede ser crucial.
¿Cambios en las luces de freno de los autos?
Los investigadores destacan que, a diferencia de sistemas más complejos como el frenado autónomo de emergencia, la luz de freno delantera tiene una ventaja clave: es instantánea, visible y comprensible para cualquier usuario, sin depender de sensores o cálculos digitales. Se trata de una solución tan analógica como eficiente.
Las pruebas prácticas comenzaron en la capital alemana con apenas 100 autos y un par de centenares de voluntarios. Pero el verdadero salto se dio en Eslovaquia, donde participaron más de 3.000 vehículos. Allí, más del 75 % de los encuestados apoyó la idea. Muchos afirmaron que la señal era clara y ayudaba a anticipar frenadas en contextos donde, por ejemplo, una luz de giro puede no reflejar una intención real de detenerse.
Lo curioso es que esta idea no es nueva. Ya en los años 70 hubo ensayos similares, que fueron abandonados por falta de consenso industrial o cuestiones técnicas de la época. En 2015, el tema volvió al laboratorio, pero recién ahora comienzan a explorarse sus beneficios a escala real.
Si los organismos de tránsito internacionales avanzan en su regulación, podríamos estar ante una de las modificaciones más relevantes en materia de seguridad desde que se implementó la tercera luz de freno, allá por 1986. Entonces fue resistida, pero hoy es un estándar global. ¿Ocurrirá lo mismo con la luz de freno frontal?